Después de todas las hipótesis inverosímiles que ha esgrimido el PP para justificar el voto de su diputado Casero como un error informático, lo que nadie ha llegado a pensar es que en realidad estemos ante un caso claro de criptotransfuguismo. Dicho de otro modo, el diputado Casero votó en conciencia a favor de la convalidación de la reforma laboral.
Cabe pensar que el diputado Casero estuviera de acuerdo con la reforma que planteaba el Gobierno. Y que estuviese al tanto de la compra de los dos diputados de UPN (Unos Pocos Navarriscos) por parte de su partido, el PP. Ante esta posibilidad, él se habría dado cuenta de que la propuesta del Gobierno iba a salir derrotada, lo que su conciencia social no le podía permitir. Entonces planeó con celeridad el contraataque. Solo su voto era necesario y, a la vez, suficiente. ¿Quién iba a sospechar de su "traición", habida cuenta de que se trata de la mano derecha de la mano derecha del señor Casado? Ningún conmilitón en su sano juicio podría aventurar semejante teoría. Estaba fuera de toda sospecha. Así que desarrolló tranquilamente su plan durante los treinta y cinco minutos de los que disponía para votar. Para evitar suspicacias, se "equivocó" previamente en otras dos votaciones, lo que daba a la maniobra un aire de torpeza sobrevenida o contumaz, esto último no se sabe. "Más vale pasar por tonto que por traidor", debió de pensar el diputado Casero, que, para dar verosimilitud a la estratagema, se presentó rápidamente en el Congreso con la supuesta intención de votar personalmente y enmendar el "error". Era el modo eficaz y tajante de neutralizar la operación de su partido con los dos diputados de UPN, cuyo cambio de última hora se podía haber previsto: de un diputado Sayas con apellido capicúa no se sabe nunca si va o si viene. En este caso venía.
Si todo esto parece al lector una broma del abajo firmante, acierta. Pero si se trata de una broma y la realidad es la que esgrime el PP con sus argumentos, entonces estamos ante otra broma de un mal gusto mayúsculo: error informático (prácticamente sin precedentes); enfermedad de curación repentina del diputado Casero (¡ojo también con el apellido!); supuesta prohibición de entrada al hemiciclo del diputado en cuestión; pucherazo de la Presidenta del Congreso, demanda de repetición de la votación y recurso a los tribunales.
Cabe pensar que el diputado Casero estuviera de acuerdo con la reforma que planteaba el Gobierno. Y que estuviese al tanto de la compra de los dos diputados de UPN (Unos Pocos Navarriscos) por parte de su partido, el PP. Ante esta posibilidad, él se habría dado cuenta de que la propuesta del Gobierno iba a salir derrotada, lo que su conciencia social no le podía permitir. Entonces planeó con celeridad el contraataque. Solo su voto era necesario y, a la vez, suficiente. ¿Quién iba a sospechar de su "traición", habida cuenta de que se trata de la mano derecha de la mano derecha del señor Casado? Ningún conmilitón en su sano juicio podría aventurar semejante teoría. Estaba fuera de toda sospecha. Así que desarrolló tranquilamente su plan durante los treinta y cinco minutos de los que disponía para votar. Para evitar suspicacias, se "equivocó" previamente en otras dos votaciones, lo que daba a la maniobra un aire de torpeza sobrevenida o contumaz, esto último no se sabe. "Más vale pasar por tonto que por traidor", debió de pensar el diputado Casero, que, para dar verosimilitud a la estratagema, se presentó rápidamente en el Congreso con la supuesta intención de votar personalmente y enmendar el "error". Era el modo eficaz y tajante de neutralizar la operación de su partido con los dos diputados de UPN, cuyo cambio de última hora se podía haber previsto: de un diputado Sayas con apellido capicúa no se sabe nunca si va o si viene. En este caso venía.
Si todo esto parece al lector una broma del abajo firmante, acierta. Pero si se trata de una broma y la realidad es la que esgrime el PP con sus argumentos, entonces estamos ante otra broma de un mal gusto mayúsculo: error informático (prácticamente sin precedentes); enfermedad de curación repentina del diputado Casero (¡ojo también con el apellido!); supuesta prohibición de entrada al hemiciclo del diputado en cuestión; pucherazo de la Presidenta del Congreso, demanda de repetición de la votación y recurso a los tribunales.
El PP de Rajoy era doloroso (tenía a Cospedal) y nocivo. El PP casadero (Casado+Casero) traza un preocupante regreso a las actitudes más pueriles: mete la pata por torpeza y, a continuación, echa la culpa a los demás, por mala fe. El esperpento de su política no tiene reparos, da igual un error a la hora de marcar una pestaña que defender posturas contrarias a las que han sido su santo y seña en los tiempos en que gobernaban o ejercían una oposición más sensata y civilizada.
El PP actual es patético y suicida. Pero al lado está VOX para recoger sus restos fúnebres.
El PP actual es patético y suicida. Pero al lado está VOX para recoger sus restos fúnebres.